El Iguanodon

Ayer pude recuperar el dibujo que presenté como trabajo para el ejercicio de ilustración científica dentro de la asignatura Proyectos de Ilustración, durante el cuatrimestre pasado. La entrega se evaluaba en dos partes: bocetaje e ilustración final a lápiz grafito (más tarde también a color, pero eso es otra historia). El tema que quería comentar aquí es acerca de lo que correspondería a la primera parte del ejercicio, la de bocetaje. Y es que nuestro profesor en esa asignatura: don Antoni Micó, llegó a ponerse incluso pesado respecto al hecho de que debíamos machacar mucho los esbozos, procurando producir gran cantidad de ellos, e insistiendo en que estudiásemos a conciencia las diferentes posturas del animal elegido, su movimiento, perspectivas e incluso la composición de estas dentro de la hoja. Y el viejo tenía razón. No sé para el resto de compañeros pero para mí fue algo bastante revelador. Es verdad que el profe nos encaminaba a lo que se supone debería de ser una entrega de trabajo dentro del mundo profesional, lo que exige un conjunto aparentemente muy limpio y elaborado. Pero antes que eso y sin llegar a ser tan riguroso, la verdad es que si te documentas como es debido, repites a la criatura/animal objetivo cien veces desde 360 puntos de vista y tienes paciencia contigo mismo, al cabo de unos días dibujarás iguanodones con la punta del nabo. Merci monsieur le professeur.